Bourgon Baquedano L
Farmacéutica Adjunta del Servicio de Farmacia.
Hospital Francesc de Borja. Gandía. España.
Coordinadora del Grupo de Trabajo de Nutrición Clínica de SEFH.
Fecha de recepción: 26/08/2024 – Fecha de aceptación: 27/08/2024
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La licenciatura o grado de Farmacia ha evolucionado ostensiblemente desde sus orígenes, convirtiéndose en una disciplina clave en el ámbito sanitario. El avance de la medicina y la complejidad creciente de los tratamientos farmacológicos, han forzado que el farmacéutico expanda su rol profesional más allá de la preparación y dispensación de medicamentos, hacia un enfoque más integral y clínico, que abarca la gestión de medicamentos, la atención directa al paciente y la participación activa en equipos interdisciplinares de salud.
El desarrollo de estándares rigurosos de seguridad y eficacia ha llevado a los farmacéuticos a asumir responsabilidades más amplias, siendo profesionales profundamente involucrados en la optimización de terapias farmacológicas muchas de ellas incluidas dentro de las terapias avanzadas, reduciendo los errores de medicación y la implementación de prácticas basadas en la evidencia.
Según la OMS, la salud se define como un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Dentro de este concepto holístico de salud, se encuentra la nutrición como un área de conocimiento transversal que le es propio al conjunto de las profesiones sanitarias.
En el contexto de la atención médica integral, el farmacéutico es un componente esencial en el área de la Nutrición Clínica, que se extiende al ámbito comunitario y hospitalario, jugando un papel crucial en el diseño, gestión y optimización de las terapias nutricionales y asegurando que los pacientes reciban un soporte nutricional adecuado y personalizado.
Desde el punto de vista académico, los estudios universitarios del tipo licenciatura o grado se sustentan sobre áreas de conocimiento que definen las competencias de aquellos profesionales que cursan la citada formación. Posteriormente a la obtención del título de licenciado o graduado, un profesional puede adquirir nuevas competencias académicas mediante cursos de formación o másteres, pero que en ningún modo incrementan aquellas competencias que le son propias al grado o licenciatura. En el grado/licenciatura de Farmacia la Nutrición Clínica ocupa un área de conocimiento definida y extensa.
En el caso de España, en el programa de formación de la especialidad en Farmacia Hospitalaria existe un área concreta de formación denominada “Terapia intravenosa y Nutrición Artificial” en la que el residente deberá formarse durante seis meses. Entre las competencias que deberá alcanzar durante este período, está descrito el conocimiento de métodos de valoración del estado nutricional del paciente así como el cálculo de requerimientos nutricionales para proceder al diseño de dietas parenterales y enterales ajustadas a estos requerimientos. Unido al conocimiento sobre la disponibilidad de nutrientes para la formulación y preparación de dietas enterales y parenterales junto a las técnicas de preparación, control y administración de las mismas, fluidoterapia, equilibrio hidroelectrolítico y ácido-base y otras competencias relevantes que omito para no extender demasiado la presente editorial, permiten al farmacéutico realizar junto a un equipo interdisciplinar, el seguimiento clínico de los pacientes sometidos a nutrición artificial y modificar la composición de la dieta en caso necesario.
Esta sólida formación en el área de la Nutrición Clínica, perfila al farmacéutico como un profesional sanitario con una competencia única y especializada en la gestión nutricional clínica, siendo un profesional con un conocimiento profundo en la interacción entre medicamentos y alimentos que lo posiciona como un experto en esta área de conocimiento.
La salud, entendida como un estado de bienestar biopsicosocial, conlleva como concepto y objeto de los diferentes profesionales de la salud una ineludible transversalidad competencial compartida, dado que ninguna área específica de la prestación sanitaria puede obviar a ninguna de las demás, puesto que son contingentes constantes en todo el proceso asistencial sanitario. Estas competencias transversales, que actúan a modo de correa de transmisión en todo proceso de salud, se asemejan a las “soft skills” del ámbito psicosocial.
Si bien es cierto que en muchos contextos clínicos y terapéuticos la interdisciplinaridad es necesaria, no debería confundirse con la necesaria multifuncionalidad que debe exhibir cada uno de los profesionales de la salud en cada una de sus intervenciones individuales. Esta multifuncionalidad de la intervención en salud hace referencia a la atención adecuada a factores transversales como es la Nutrición Clínica en todo proceso asistencial en un paciente.
La alimentación se define como el acto de ingerir alimentos y por ende, alimentar es el acto de suministrar alimentos. La nutrición, por contra, es el proceso mediante el cual el organismo incorpora, transforma y utiliza los nutrientes contenidos en los alimentos. La alimentación es un acto consciente y voluntario, que se encuentra influenciado por factores psicológicos y socioculturales, mientras que la nutrición es un proceso involuntario y biológico, que ocurre a nivel orgánico, durante el proceso en el que el cuerpo procesa los nutrientes.
La alimentación, por lo tanto, está modulada bidireccionalmente por factores varios, de tipo conductual (cognitivos, emocionales y comportamentales), patológicos, farmacológicos, culturales y socioeconómicos, entre otros.
El hecho de favorecer el equilibrio emocional y mental debe ser considerado como base transversal y compartida en todas las intervenciones de salud, al favorecer el proceso adaptativo de las personas al cambio biológico y social por el que transitan, con o sin enfermedad biomédica contingente. En el contexto actual cabe destacar la importancia de las prácticas que promueven la salud mental y emocional, fortalecen la resiliencia de nuestros pacientes y fomentan el crecimiento personal y la autorrealización.
La nutrición, como proceso interno no voluntario, se asemeja en sus diferentes dinámicas a aquellas propias de la farmacocinética y a la farmacodinamia, en la que los distintos nutrientes son asimilados siguiendo procesos bioquímicos fisiológicos complejos que son modulados por diferentes elementos de control, algunos de ellos hormonales, pero otros sin participación hormonal, como los péptidos gastrointestinales, la conexión nerviosa cerebro-intestino, factores metabólicos, señales neurales, así como factores no fisiológicos como el estilo de vida, la conducta social y aspectos emocionales, que influyen de manera definitiva en los patrones de ingesta y disposición de los nutrientes.
Esta complejidad se incrementa cuando intervienen algunos xenobióticos, como sería el caso de los medicamentos, con las consiguientes interacciones fármaco-alimento y el propio efecto de algunos medicamentos sobre la composición corporal citando como ejemplo los corticoides, estatinas y ciertos agentes quimioterapéuticos que pueden inducir pérdida de masa muscular o afectar la absorción de nutrientes. Por otro lado estamos asistiendo como espectadores en primera línea a la abrumadora irrupción de medicamentos como los GLP1, responsables de una auténtica revolución en pacientes con obesidad y diabetes tipo 2.
Los factores tecnológicos, propiamente bromatológicos y por tanto farmacéuticos, favorecen la disposición de los alimentos para que sean convertidos en nutrientes. Siguiendo este hilo argumental, la alimentación por vía parenteral sería el paradigma tecnológico y físico-químico de la conversión de un alimento en medicamento.
Con todo esto es fácil vislumbrar que el proceso de alimentación-nutrición de un ser humano se asemeja tremendamente a un proceso farmacocinético, siguiendo un patrón similar al LADME. Los nutrientes y fármacos comparten rutas comunes en su absorción y metabolismo, pudiendo afectar a su biodisponibilidad y efecto entre ambos. Algunos alimentos pueden modificar la absorción y metabolismo de los fármacos, del mismo modo que los medicamentos pueden alterar la absorción y utilización de nutrientes, afectando el estado nutritivo del individuo.
Por otra parte ciertos ámbitos clínicos requieren tal nivel de diferenciación que se hace necesaria la superespecialización de los médicos, para afrontar las diferentes situaciones clínicas que se suscitan: oncología, pediatría, neonatos, intensivos, neurología…donde la diferenciación situacional y clínica requiere de formulaciones individualizadas magistrales de las preparaciones nutricionales.
En el área de la Nutrición Clínica, la composición corporal es considerada actualmente mejor indicador antropométrico que el índice de masa corporal (IMC) para realizar la valoración y seguimiento del estado nutricional del individuo. Proporciona un análisis detallado de la estructura corporal realizando la diferenciación entre los distintos compartimentos, siendo estos el compartimento graso, acuoso y masa magra.
Para la determinación de la composición corporal la técnica considerada como el gold standard es la DEXA (absorciometría de rayos X de energía dual) considerada como la técnica más precisa aunque costosa, que requiere de la participación del servicio de rayos X. Otra técnica es la bioimpedancia eléctrica (BIA), cada vez más implementada en las Unidades de Nutrición. La ecografía muscular del recto femoral es un buen complemento para la realización de la valoración de la composición corporal, evalúa la masa muscular y detecta desnutrición midiendo el área y el grosor del músculo, que se correlaciona con el estado nutricional del paciente. Estas dos técnicas son herramientas no invasivas, portátiles y económicas que proporcionan información sobre la composición corporal pudiendo predecir el riesgo de hospitalización y mortalidad.
El farmacéutico implicado en el área de Nutrición Clínica deberá asumir el reto de conocer y manejar este tipo de técnicas, que se tornaran en imprescindibles para la evaluación de las intervenciones nutricionales. Afortunadamente ya contamos con algunos de nuestros compañeros liderando la implementación de estas nuevas tecnologías en la evaluación y manejo del estado nutricional para ofrecer un enfoque más preciso y personalizado en la Nutrición Clínica y que han dado como fruto la publicación de tesis doctorales, artículos científicos y ponencias en diferentes congresos nacionales e internacionales.
Y es que la contribución activa del farmacéutico en la investigación y desarrollo del campo de la Nutrición Clínica es indiscutible, con la publicación de diversos estudios y participando en la creación de guías clínicas y protocolos nutricionales.
Este conocimiento podrá aplicarse en un futuro no lejano para el cálculo de la dosis de diversos fármacos, muchos de ellos quimioterápicos, donde viene observándose que la tradicional dosificación por peso total genera sobre o infradosificaciones y que es la proporción grasa-músculo-agua un mejor parámetro para dicho cálculo.
Y por qué no imaginar que los farmacéuticos en la consulta de pacientes externos puedan, además de la atención farmacéutica tradicional, ser capaces de evaluar el estado nutricional de sus pacientes y su composición corporal, de forma que se pueda anticipar posibles toxicidades y mejorar el estado nutricional de los pacientes. Sería una atención farmacéutica realmente integral.
El farmacéutico, en su enfoque clínico-terapéutico, es el profesional de la salud que combina de una manera más completa conocimientos de farmacoterapia y ciencias de la alimentación, bromatología y nutrición, permitiendo un enfoque holístico en el cuidado de la salud y la optimización de tratamientos fármaco-terapéuticos y nutricionales.
Desde un punto de vista de accesibilidad, el farmacéutico comunitario sigue siendo el profesional de la salud más accesible a la población, siendo el farmacéutico especialista en farmacia hospitalaria omnipresente en todos los hospitales, públicos y privados, con lo que la necesidad asistencial de la dietética y la nutrición tiene garantizada su satisfacción mediante este profesional de la salud, sean cuales sean las circunstancias interdisciplinares del ámbito asistencial concreto. Su ámbito de actuación debería incluir necesariamente el desempeño de un rol más activo en la promoción de la salud nutricional, educando a los pacientes sobre la interacción entre su dieta y sus medicamentos, y asesorando sobre la mejor manera de mantener un estado nutricional óptimo.
La nutrición gestionada por los farmacéuticos es un modelo completo e integrativo, así como excelente desde el punto de vista de la eficiencia en el ámbito asistencial.
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