Fernández Ferreiro A, González Barcia M
Servicio de Farmacia. Hospital Clínico Universitario Santiago de Compostela (España)
Grupo Farmacología Clínica. Instituto Investigación Sanitaria Santiago de Compostela (España)
Fecha de recepción: 22/05/2020 – Fecha de aceptación: 23/05/2020
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Millones de personas de todo el planeta piensan en voz alta en la Red, siendo cada vez más los sanitarios y científicos que se aventuran a usar las redes sociales para mostrar el plumaje e intelectualidad que, en ocasiones, rodean a su profesión. Las redes se han convertido en el escenario idóneo para la rápida difusión de los avances de investigación publicados y también de los no publicados, son una vía para fomentar colaboraciones sin los límites de tiempos pretéritos y también un medio para educar al público científico y al que no lo es1. Los 280 caracteres no solo se han convertido en el megáfono científico-sanitario de la última década, sino que, también a nivel social, han supuesto una autentica revolución. Transmitir información a la población nunca ha sido tan barato, tan fácil como clickar y compartir. Debemos ser cautos cuando lo que compartimos con la población es información sanitaria. Es abrumadora la debilidad del ser humano sometido a la presión social-informativa.
Sanitarios, científicos y autoridades sanitarias realizan grandes esfuerzos para evitar que bulos e informaciones falsas lleguen a la población, ya que el desconocimiento unido al exceso de información en el ámbito de la salud, puede derivar en situaciones tan dramáticas como las recientemente informadas por el Ministerio de Sanidad de Irán: más de 2.850 personas están intoxicadas y 480 han fallecido tras haber ingerido metanol después de anunciarse en redes sociales que protegía frente al SARS-COV22.
Este tipo de fatalidades pueden verse multiplicadas cuando uno de los mayores “influencers” a nivel mundial, el Sr. Donald Trump difunde sugerencias de como tratar el SARS-COV2 con “inyecciones de desinfectantes y luz ultravioleta para limpiar los pulmones”. Es indiscutible que declaraciones de este tipo deben de ser rigurosamente rechazadas desde el ámbito científico-sanitario y que conviene transmitir a la población información veraz a fin de evitar tragedias como las previamente expuestas3.
Sin embargo, no deberíamos dejarnos llevar por el sensacionalismo que acaba rodeando a este tipo de noticias en el sector. Con más de 200.000 fallecidos por COVID-19 en solo dos meses y sin fármacos efectivos, quizás no sea el momento de malgastar nuestro tiempo en hacer escarnio y en ridiculizar al protagonista de estas declaraciones4. Actualmente, estamos utilizando antiinfecciosos e inmunomoduladores que solamente están avalados por su tendencia de uso en China, pero en ningún momento por su evidencia, aún tenemos mucho campo por explorar y no hay tiempo que perder5.
Indicaba Holden Thorp, editor de la revista Science “no esperemos que los políticos conozcan las ecuaciones de Maxwell para el electromagnetismo o la reacción química de Diels-Alder”6. Sin embargo, los políticos se rodean, y en ocasiones se dejan aconsejar, por un documentado gabinete científico, aunque después algunos, a veces, declaran irreflexivamente sin ningún tipo de filtro, en busca de popularidad. No por esto debemos concluir que todos los asertos de cualquier vocinglero son erróneos, recordemos que está asesorado. Sería interesante conocer la reacción de la comunidad científico-sanitaria, si en lugar del Sr. Trump, fuese el gabinete científico estadounidense el que sugiriese la probabilidad de eficacia. Si esto se reformulase con la prudencia y planteamiento teórico de la que siempre debe ir acompañada cualquier hipótesis terapéutica, podría sonar algo completamente diferente. Veamos.
La administración de antisépticos o desinfectantes podría tener cabida en el tratamiento del SARS-CoV-2, si bien es preciso ser muy cauteloso con el tipo de compuesto y vía de administración seleccionada, siendo el objetivo final disponer de una terapia eficaz sin causar daño al paciente. Las características genéticas del SARS-CoV y MERS-CoV sugieren que el SARS-CoV-2 podría ser susceptible a desinfectantes con actividad comprobada contra virus envueltos. En este sentido, tras un minuto de contacto con el virus, han mostrado actividad viricida el hipoclorito sódico 0,1%, el etanol con graduación comprendida entre los 62-71º y el peróxido de hidrógeno al 0,5%7,8. El etanol ejerce su acción a nivel de la envoltura vírica, una bicapa lipídica que toman de las células huésped en la etapa de ensamblaje o gemación del ciclo de vida viral, provocando la lisis vírica con la consiguiente liberación y degradación de su contenido9. En los pacientes con un cuadro leve se aislaron virus activos en garganta y pulmones solo hasta el día 8 tras el inicio de los síntomas, alcanzándose el pico de carga viral antes del día 510. De esta forma, la administración de agentes viricidas en su lugar de replicación inicial, podría disminuir la viremia en estadios iniciales de la enfermedad y, consecuentemente, reducir de manera drástica la progresión de la enfermedad y mejorar su pronóstico.
Conviene resaltar que el etanol utilizado como desinfectante solamente debe ser administrado por vía tópica dérmica debido a la toxicidad que puede provocar administrado por otras vías diferentes. Sin embargo, conviene resaltar que el etanol también se utiliza como excipiente/vehículo de medicamentos, tanto por vía sistémica (ej. Kaletra® solución contiene un 42% v/v de etanol) como por vía inhalatoria (vehículo del salbutamol inhalado)11-13. Por otra parte, la utilización del etanol por vías de administración diferentes a las autorizadas es ampliamente utilizado en terapéutica como fórmula magistral usándose en sellados de catéter para evitar el crecimiento bacteriano14, en bloqueo nervioso periférico o central en pacientes terminales como neurolítico15, en escleroterapia de varices esofágicas16, en control de hemorragias en cirugías de hepatocarcinomas17, desbridación del epitelio corneal18 o como antídoto intravenoso en el tratamiento de intoxicaciones por anticongelantes19. Por otra parte, la utilización de etanol por vía inhalatoria también se ha utilizado como fórmula magistral, y su utilización se reporta desde el año 1956 para su utilización en edema agudo de pulmón, siendo también utilizado por esta vía de administración como alternativa en deprivaciones alcohólicas en pacientes postoperados neuroquirúrgicos20,21.
Por todo lo dicho, quizás no deberían extrañarnos nuevos planteamientos terapéuticos, por descabellados que parezcan, y aunque sean expuestos de manera inadecuada por individuos bajo sospecha. Tal y como se ha mostrado, la utilización de “desinfectantes” por vías diferentes a las autorizadas, ya se han empleado en situaciones mucho menos comprometidas y con más opciones terapéuticas que las actuales. Es sabido que cualquier quimioterapéutico clásico (platinos, ciclofosfamida, adriamicina, arsénico, taxanos,….) mata células tumorales y sanas, pero también es conocido que muchos de los pacientes pediátricos tratados con las mismas acaban desarrollando cánceres en la edad adulta, y aún seguimos usando estas terapias por el beneficio que aportan al paciente22. También es curioso que uno de los padres de la antisepsia moderna como fue Joseph Lister (1827-1912), propusiera el empleo del fenol como uno de los primeros desinfectantes tanto para material quirúrgico como para el lavados de manos de cirujanos y de heridas abiertas de pacientes23. Esto salvó millones de vidas y hoy en día el fenol sigue presente en la mayoría de las farmacopeas occidentales tanto como medicamento como excipiente24.
Lo importante es el balance riesgo-beneficio del momento, la dosis, y la forma de vehiculizar las moléculas para que lleguen a donde queremos, porque como decía Paracelso “tóxicas son todas”25. Por todo esto, la administración de etanol administrado por vía inhalatoria podría plantearse como una posible estrategia terapéutica para prevenir la progresión de la infección por COVID-19, debiéndose plantear, sin lugar a duda, dentro de ensayos clínicos bien diseñados que puedan demostrar la eficacia y la ausencia de toxicidad.
La ciencia necesita paciencia, reflexión, prudencia versus la inmediatez de un medio en lo que prima es la respuesta rápida y el numero de seguidores26. Es el momento de realizar planteamientos críticos, constructivos, multidisciplinares, y sinérgicos y no el de dejarnos influenciar por las opiniones expresadas en la Red que desafortunadamente actúa de amo y señor.
Agradecimientos: A la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria por su apuesta clara por la investigación y su papel como promotor de ensayos clínicos liderados por la Farmacia Hospitalaria. A Oxymesa Nippon Gases y al Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela por la donación de material al ensayo ALCOVID-19, actualmente en proceso de evaluación por la AEMPS. Al Instituto de Salud Carlos III por el contrato JR18/00014. Y, por su puesto, a todos los compañeros farmacéuticos, internistas, neumólogos, microbiólogos y preventivistas que han participado junto con Delos Clinical en la solicitud de ensayos destinados a combatir la COVID-19.
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