Palacios García SA
Centro Médico ABC de la Ciudad de México (México)
Fecha de recepción: 16/06/2020 – Fecha de aceptación: 16/06/2020
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Los farmacéuticos de hospital de todo el mundo enfrentamos un peligro latente que se ha ido recrudeciendo cada vez más: la falsificación de medicamentos. Este hecho como sabemos, no es nuevo, desde hace años la OMS ha alertado1 a nivel mundial sobre los medicamentos falsificados o adulterados, llamados SFFC por sus siglas en ingles (“spurious, falsely-labelled, falsified”) o bien “counterfeit medicines”. Según calculos de la CANIFARMA (Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica en México) aproximadamente 8 millones de personas compran medicamentos robados o falsificados.
De acuerdo a estimados, el mercado negro genera ganancias para estos delincuentes de 1.500 millones de dolares por año2.
Por desgracia este hecho no es aislado y es de magnitud internacional. Pues se tiene entre los países con mayores prácticas de compra-venta de medicamentos falsificados a China, Rusia, Estados Unidos, India, Brasil y México3.
Hoy, mas que nunca, este tema debe hacerse presente en nuestra comunidad; ya que ante la emergencia sanitaria que estamos viviendo, se han presentado diferentes situaciones que sin duda exacerbarán la falsificación: desabasto de principios activos por cierre de fronteras, la precaria situación económica en muchos países, la desesperación de los enfermos o sus familiares por encontrar medicamentos para todo tipo de enfermedades no tendrá precedente. El caso que ha sucedido recientemente vía redes sociales desde algún país de América Latina, que llamó la atención de colegas y una servidora, en México de un preparado llamado “plaquinol” ofrecido por cierto distribuidor o estafador vía whatsapp desde algún lugar de Centroamérica o Sudamérica, quien aseguraba que vendía la formulación oral líquida del Plaquenil, como sabemos, este medicamento se empezó a utilizar por algunos hospitales en el tratamiento para COVID-19 o inclusive como automedicación alentada por cierto personaje cuyo nombre prefiero omitir.
Solamente durante el mes de mayo de este año, la Agencia Mexicana de Protección Contra Riesgos para la Salud de México (COFEPRIS), reportó más de 5 alertas sanitarias por falsificación y/o robo con respecto a medicamentos oncológicos, antihipertensivos, antibióticos, antirretrovirales para el VIH, hipoglucemiantes, entre otros4.
Se han realizado innumerables artículos, libros y tesis de investigación buscando el origen de esta problemática. La investigadora mexicana del CIDE Shelma Carrillo, menciona en su tesis que el origen no ocurre precisamente fuera de los laboratorios farmacéuticos; sino que proviene de diferentes personajes de la cadena de fabricación-distribución y consumo: representantes médicos, médicos, distribuidores, autoridades, centros de distribución, pacientes, familiares, centros de destrucción y confinamiento3.
Todos ellos sirviendo a intereses mezquinos de su propio egoísmo, avaricia y por otro lado aprovechando la ignorancia y pobreza de la gente.
Muchos laboratorios farmacéuticos han puesto medidas como crear áreas llamadas de “seguridad patrimonial” que realizan investigaciones propias de la venta ilegal de sus medicamentos. Pero no podemos como farmacéuticos depender solo de este tipo de acciones o de la autoridad sanitaria de nuestros países.
Para ser parte de la solución podemos tomar acciones como considerar en nuestras farmacias de hospital y comunitarias la evaluación de proveedores, como parte de la gestión de riesgos de la cadena de suministro; la cual consiste en una verificación no solo documental sino presencial de los proveedores de medicamentos previamente a la adquisición o firma de contratos para la provisión de los medicamentos de nuestros stocks, promover las auditorías internas también a nuestras áreas de compras o adquisiciones.
Además debemos establecer otras estrategias, entre ellas solicitar a los productores la lista de los distribuidores autorizados, elaborar catálogos de los materiales de empaque y de ser posible sistemas automatizados que nos permitan detectar posibles falsificaciones.
Debemos también contar con procedimientos para reportar a la autoridad y a los laboratorios, dar seguimiento a la implementación de acciones correctivas y preventivas derivadas de la investigación de un medicamento con sospecha de falsificación, adulteración o robo.
Pero sobre todo, concientizar a nuestra población en Latinoamérica, con enfoque a la población marginada, que la falsificación de medicamentos existe y enriquece a unos cuantos a costa del gran riesgo que representa para su salud como consumidores finales.
Cualquier acción que nos ayude a mejorar la salud de nuestros pacientes no es en vano.
Esta pandemia sí está en tus manos aminorarla desde tu trinchera querido farmacéutico, porque como yo eres responsable de la custodia y dispensación de los medicamentos de manera segura para tus pacientes.
BIBLIOGRAFÍA
1. Securing the Global Pharmaceutical Supply Chain against the threat of counterfeit drugs. OMS. 2012.
2. Stolen and counterfeit medicines endanger the lives of Mexicans. Perla, Miranda. S.L.: www.eluniversal.com.mx, 2020, El Universal (English version).
3. Carmen, Cerrrillo Jara Shelma del. «Somos un mal necesario»: Las rutas del medicamento Ilegal en México. Tesis de maestria. CIDE (Centro de Investigación Y Docencia Económicas, A.C: s.n., 2018.
4. Salud, Cofepris. Secretaría de. www.gob.mx/cofepris. [En línea] [Citado el: 31 de Mayo de 2020.] https://www.gob.mx/cofepris/acciones-y-programas/alertas-sanitarias.
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