Soler Company E.
Director Honorario de ILAPHAR. Revista de la OFIL. Valencia (España.)
Coordinador del Grupo ETHOS de Bioética y Ética Clínica de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria.
Fecha de recepción: 24/06/2025 Fecha de aceptación: 24/06/2025
La máxima latina Sapere Aude —“Atrévete a saber” o “Ten el valor de usar tu propia razón”—, aparecida en una epístola de Horacio y popularizada por Kant en su célebre ensayo, ¿qué es la Ilustración?, sigue siendo hoy un faro de emancipación intelectual. En pleno siglo XXI, cuando la inteligencia artificial (IA) irrumpe en todos los ámbitos de nuestra vida, este imperativo cobra una vigencia y urgencia renovadas.
Hoy, más que nunca, atreverse a saber es un desafío existencial: ¿seremos arquitectos activos de nuestro conocimiento o simples receptores de la información que los algoritmos deciden mostrarnos?
La IA, en sus múltiples formas ha inaugurado una era de eficiencia y comodidad sin precedentes. La capacidad de procesar datos, aprender automáticamente y automatizar tareas complejas promete liberarnos de cargas rutinarias y abrir la puerta a innovaciones antes inimaginables.
Sin embargo, esta promesa tecnológica viene acompañada de una sombra: la posible atrofia de nuestro juicio crítico si renunciamos a ejercer activamente la razón.
Los algoritmos de IA, aunque sofisticados, no están exentos de sesgos heredados de los datos con los que se entrenan, ni de una opacidad que los convierte en auténticas “cajas negras”. Lo que un algoritmo nos muestra — sea información, noticias o recomendaciones — no es neutral, sino el resultado de cálculos orientados a optimizar intereses comerciales, políticos o de captación de atención. Si nos limitamos a consumir lo que se nos da predigerido, corremos el riesgo de vivir en una “burbuja de filtro” algorítmica, donde nuestras perspectivas se estrechan, nuestras certezas se refuerzan y el disenso, la diferencia y el pensamiento divergente se silencian.
Aquí, el imperativo Sapere Aude se erige en nuestro baluarte. No se trata de rechazar la IA, sino de desarrollar la sabiduría necesaria para integrarla con una mente crítica, manteniendo la independencia de pensamiento.
Atreverse a saber en la era de la IA implica:
• Cuestionar la fuente: Reconocer que la información generada o filtrada por la IA no es necesariamente veraz; requiere verificación y análisis de su origen y propósito.
• Comprender el mecanismo: Interesarse, aunque sea de forma básica, por cómo funcionan los sistemas de IA, su transparencia y explicabilidad, limitaciones y potenciales sesgos.
• Diversificar el entendimiento: Buscar activamente diferentes perspectivas y fuentes, evitando depender solo de recomendaciones algorítmicas que refuerzan nuestras creencias.
• Preservar la autonomía de juicio: Formar nuestras propias opiniones y tomar decisiones informadas, sin delegar ciegamente en la inteligencia artificial.
La IA es una herramienta poderosa, capaz de amplificar nuestra cognición, pero también de condicionarla. El reto no es solo desarrollar inteligencias artificiales más potentes, sino convertirnos en usuarios más sabios y críticos. En la era de la IA, Sapere Aude es una llamada a la vigilancia intelectual.
En el ámbito sanitario, este desafío se vuelve aún más crucial. ¿Seremos pacientes y profesionales hacedores de nuestras decisiones, o meros receptores de protocolos dictados por algoritmos?
El potencial de la IA para mejorar la sanidad es inmenso: puede analizar grandes volúmenes de datos, identificar patrones sutiles y sugerir tratamientos personalizados. Sin embargo, existe el riesgo de delegar ciegamente la autonomía de decisión en el algoritmo, olvidando que los sistemas de IA pueden reproducir sesgos y carecen de la comprensión humana del contexto, los valores y las preferencias personales del paciente.
Un plan terapéutico sugerido por IA, por robusto que sea, es solo una probabilidad, no una certeza. Sapere Aude nos recuerda de nuevo, que debemos acoger la innovación con espíritu crítico y voluntad de comprender.
Atreverse a saber en la atención sanitaria requiere:
• Participación activa del paciente: El paciente no debe ser un espectador pasivo, debe preguntar y comprender las opciones sugeridas por la IA, sus alternativas, beneficios y riesgos. Su voz, sus valores y sus objetivos personales deben seguir siendo el centro de la decisión.
• Juicio clínico amplificado, no reemplazado: Los profesionales deben usar la IA como asistente que amplifica su capacidad de análisis con nuevas perspectivas, sin abdicar del juicio clínico. La empatía, la experiencia y la capacidad de discernir en el contexto único de cada paciente son insustituibles.
• Transparencia y explicabilidad: Exigir que los sistemas de IA sanitaria sean lo más transparentes posible. Clínicos y pacientes necesitan entender cómo una IA llega a una recomendación de tratamiento, permitiendo que se pueda evaluar su lógica y detectar posibles sesgos.
• Alfabetización en salud digital: Desarrollar una comprensión básica de estas tecnologías, sus limitaciones y su impacto en la privacidad, y ser capaces de explicarlas a los pacientes.
• Confianza basada en el entendimiento: La confianza en los tratamientos asistidos por IA no debe ser ciega, sino ganada a través de la comprensión, la validación humana y la demostración de resultados positivos, siempre con una supervisión rigurosa.
La IA está remodelando la atención sanitaria. Su potencial para mejorar el tratamiento de los pacientes es inmenso, pero también lo es su capacidad para deshumanizar el proceso o generar resultados sesgados si no se maneja con sabiduría.
El reto no es solo crear inteligencias artificiales más precisas, sino asegurar que profesionales y pacientes mantengan la autonomía humana en el centro de cada decisión.
Sapere Aude ya no es solo una invitación al conocimiento: es una llamada a cocrear nuestra salud, empoderados por la razón y la información.
Quizá hoy, más que nunca, el imperativo Sapere Aude nos invite a redefinir el conocimiento humano auténtico: no solo acumular información, sino saber preguntar, establecer conexiones creativas, aplicar el juicio ético y mantener la curiosidad y el asombro que nos impulsan a ir más allá de lo que cualquier sistema puede ofrecernos.
Hoy, como en la época de la Ilustración ¡Sapere Aude es atreverse a ser verdaderamente libres!